TAURO Y EL AMOR
No importa que su símbolo atemorice, pues se trata de un toro negro y fuerte asentado en la tierra, los que tienen el Sol en este signo zodiacal están bajo el gobierno de Venus y tienen tantas ganas de brindar afecto como deseo de recibirlo. Son muy cariñosos, además, aquí la Luna tiene exaltación, y resultan más sensibles de lo que parecen.
En este signo, Marte encuentra destierro, lo que quiere decir que no se llevan bien con la ira o la cólera. La expresan mal, a deshora, con pataletas raras, incluso pretenden defenderse cuando el incendio terminó y luego de la pelea. Es por esto que prefieren no reaccionar con el ataque.
Pero para aquellos que desean provocarlos, hay dos maneras de lograrlo: La primera es insistir hasta el cansancio pues no se lanzan a la guerra con facilidad. La otra, de repente más eficaz, es despertar sus celos acercándose a su pareja o a la persona que les gusta. No soportan que alguien ingrese al terreno que han conquistado. Aquí, sea varón o mujer, el toro bravo saldrá a envestir con todo.
Cuando se enamoran les sale una ternura que nadie reconocería; desbordan en afecto, son suaves en el trato y muy pacientes. Solo que al inicio no apresuran el paso, es más, intentan ir muy lento pues les gana la cautela, la sensatez y cierto temor a vincularse en algo que les reste seguridad. Les encanta halagar, decir cosas agradables, reconfortar y siempre tienen presentes para con las personas que quieren, incluso, pueden llevarte chocolates o algo de comer pues es una manera de expresar el afecto que sienten. Hay que sumar a esto el atractivo natural que los hijos de Venus despiertan, son muy sensuales, tienen buen gusto al vestir y utilizan muy bien la mirada y la sonrisa. Pocas veces pierden en la conquista.
La mayoría son fieles a las relaciones que establecen. Les atemoriza perder la seguridad que han construido; muchos de ellos tienen problemas para superar divorcios o separaciones pues tienen necesidad de sostener lo mismo sin alterar sus rutinas. Que no se sorprenda nadie que los Tauro se la piensen tanto con el matrimonio; el cambio de vida les resulta tan traumático que si toman la decisión es porque la otra parte da indicios de brindar seguridad en todos los sentidos.
Eso sí, ya lo habíamos mencionado, como aquí la Luna encuentra exaltación, los Tauro anhelan un hogar que inspire calidez, con despensas llenas, bien decorado y cojines cómodos. Les encanta la idea de un hogar cálido, tanto para disfrutar como para engreír a las personas que aman. Algunos sueñan con una casa con plantas y mejor con jardín (son de venus) para cultivar rosas, pues aman la naturaleza.
No todo es perfecto, les cuesta perdonar. Hay que recordar que los signos actúan en ejes y Tauro forma uno con Escorpio. Uno está al frente del otro vinculando ambos por polaridad su energía. Por una acción refleja que existe en el zodiaco, los Tauro son desconfiados, ocultan temores inconscientes sobre el engaño, la traición y cuando esta experiencia les toca la puerta les marca el alma de por vida y la mayoría de ellos no perdonan. Lo peor sería cambiarles la manera de pensar, porque para actuar con tozudez y terquedad peor que una mula, ahí están los Tauro.
Disfrutan del amor y de la vida. Son trabajadores incansables, pero cuando de vacaciones o relajarse se trata, no hay mejor plan que los realizados por ellos. Todo en sus manos estará bien planificado (el dinero también, por supuesto) y ni qué decir de sus decisiones en gastronomía, en confort, en vinos o lo que puedas imaginarte que tenga la etiqueta de placer y diversión, te sorprenderán.
En lo negativo está también la tendencia a los excesos y la lujuria. Los hijos de Venus tienen una debilidad por los placeres. O se les da por satisfacer el paladar y no te rechazan nada que puedan llevarse a la boca o les sale por otro lado y desean besar, acariciar y continuar la cadena que los lleve a satisfacer los apetitos de la carne.
Entre todas sus sombras y sus luces siempre invierten tiempo, dinero y atenciones para complacer a su pareja. El problema, muchas veces, es no llegar a sentir que reciben la misma cantidad de amor y pasión que están dispuestos a brindar.
