TRÁNSITO PLANETARIO

LA LUNA DEL TAROT Y EL SIGNO DE PISCIS

 

Esta carta del Tarot está relacionada con las profundas y misteriosas aguas del inconsciente, al igual que el signo de Piscis. La luna se encuentra en su fase creciente y dentro de ella se ve un rostro femenino con los ojos cerrados. Esto representa la fase de sueño y la conexión que logramos con la mente universal al momento de dormirnos. A lo largo del día, nuestra mente genera un sinfín de imágenes, algunas de ellas son de miedo, preocupación y temor, otras de ideales o fantasías que deseamos hacer realidad. Sea de una naturaleza u otra, es en las horas de sueño que conectamos con el poder de la mente universal, la misma que somatiza al cuerpo. La somatización podría enfermar y atraer cosas negativas si los pensamientos son de miedo y angustia. En cambio, atraeremos salud y bienestar si lo que generamos con el pensamiento es luminoso y positivo.

El sueño, la fantasía, los ideales, los temores y la sensación de incertidumbre guardan una estrecha analogía con la naturaleza de Piscis. A veces, pareciera que los nativos de esta constelación vivieran en planos alejados de la realidad. Escapan de lo concreto para refugiarse en ideas quiméricas, creando así mundos paralelos que a veces los lleva a confundir lo que viven con lo que idealizan.

El rostro dormido de la luna y su relación con la idea de sueño también tiene un vínculo con el simbolismo de Piscis y la Casa XII. En este sector de la carta astral vemos todos los procesos relacionados con los miedos, los temores, los enemigos, las enfermedades, el inconsciente y el estado del sueño. Un piscis más que otro signo del zodiaco tienen sueños premonitorios, al punto de perturbarse con ellos, maravillarse o asustarse. También tienden a soñar despiertos y parecer distraídos cuando se les habla.

La somatización que representa esta carta se encuentra también ligada a los procesos psíquicos que viven los nativos de este signo. Muchos de ellos somatizan emociones en malestares, decaimiento e incluso en enfermedades. No en vano se les llama las esponjas psíquicas del zodiaco. Absorben la energía que existe en el ambiente haciéndola suya, trasladándola a todos los planos de su ser, incluido el plano físico.

Podemos ver un cangrejo o escorpión salir de un estanque (la matriz cósmica) para iniciar un largo camino por un sendero amarillo que se pierde en el fondo de unas montañas de color azul. Esta forma de crustáceo representa lo más primitivo dentro de nosotros y es de color púrpura porque contiene en sí mismo la posibilidad de transmutar su naturaleza y elevarla. Quiere decir, por más básica que sea una especie, puede a lo largo de muchas encarnaciones lograr la trascendencia necesaria hasta retornar al Padre. Las aguas primordiales son el punto de partida (el estanque) y a ellas regresará cuando haya evolucionado al recorrer la ruta de la vida (el camino dorado). El retorno a la misma fuente de la que partió simboliza un ciclo en espiral asociado a los ciclos de muerte y nacimiento relacionados con las fases de la Luna.

La relación con Piscis y el animal que sale del estanque está en la capacidad que tienen los piscianos de elevar la conciencia por encima del nivel promedio y entender los misterios de la vida, logran mucha conexión espiritual a través de sus percepciones extra sensoriales. No obstante, también puede tomar el otro camino y caer en lo más bajo de la naturaleza humana, algunos incluso se vinculan con drogas, farmacodependencias, dependencias de todo tipo, excesos o el alcohol.

A lo largo de la vida el ser humano debe dominar y domesticar sus impulsos básicos para poder construir una personalidad y así encajar en el sistema social al que pertenece. Sin esta construcción de patrones de conducta seguiríamos siendo una especie salvaje dedicada a la satisfacción de los instintos básicos. No obstante, hay un aspecto de la naturaleza esencial que no podrá ser redimida. Este lado de la conciencia que es prístina o primigenia pasa a un gran “almacén” llamado inconsciente y ahí es ocultado, silenciado, negado y hasta olvidado. Esta figura de lo domado de la consciencia está representando en la carta de la Luna por el perro que vemos, mientras que el chacal representa aquel aspecto de la conciencia que no ha podido ser controlada y la reconocemos en nuestros impulsos básicos, también en nuestros temores y en acciones inconscientes.

El crustáceo en su camino hacia la evolución deberá de luchar con ambas naturalezas. La que le dice qué es lo correcto y aquella que lo enfrenta con lo más visceral de su ser. La lucha para conciliar ambos estados de consciencia es larga, tanto que el camino que representa la ruta a seguir cruza las dos torres que se ven a lo lejos. Ambas representan construcciones humanas que deben ser superadas: la mente y las emociones. Ellas resultan una cárcel y es por esto que se las dibuja sin puertas, solo una minúscula ventana existe en cada una. Nuestra mente nos encierra en ideas que tomamos por verdaderas subestimando muchas veces, cualquier visión diferente a la nuestra. Lo mismo pasa con las emociones; aquello que sentimos, esté o no en resonancia con la realidad, lo tomamos como válido negando todo lo externo a nuestra percepción. El sentimiento y la mente son barreras que ese camino propone superar para realmente llegar al sendero de la evolución espiritual. Esta última, representada por el camino dorado, las cruza y se pierde en las montañas azules que representan el cielo estrellado, el universo, la mente manifiesta de nuestro creador. Allá tenemos que llegar, en esta o en cien encarnaciones más, Dios tiene paciencia.

 

 

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